martes, 26 de julio de 2011

martes, 12 de julio de 2011

Movimientos sociales, estado, ciudadanía





A partir de un audio de la activista feminista Mabel Bellucci, conversamos sobre la relación entre los movimientos sociales y el estado. La ley, lo alegal y un fragmento de Santiago López Petit sobre desciudadanización.

martes, 5 de julio de 2011

Una mañana zombie



Conversamos con el artista Juan Miceli y con Chale Atala, del colectivo Barrilete Cósmico, sobre lo zombie y lo que acerca del 2001 y su después nos permite pensar esa figura. El monstruo, el fantasma, el mutante, el infante, el puro cuerpo.

viernes, 1 de julio de 2011

El problema del hambre no es un problema de productividad de alimentos si no de cómo se produce

Nuestro Repudio a los acuerdos y declaraciones sobre la crisis alimentaria del G20

Por el Movimiento Nacional Campesino Indígena 
 
Los medios de comunicación argentinos difunden la noticia de que los acuerdos del G20 en el tema agricultura son un éxito para Argentina y el mundo. Y se destaca en esto la posición Argentina en cuanto a la crisis alimentaria.

Desde el Movimiento Nacional Campesino Indígena repudiamos los acuerdos y las falsas soluciones basadas en las presiones y lobbies de las transnacionales. Basados en certezas científicas sesgadas y corrompidas como un cáncer en gran parte de la producción pseudo-científica de las Universidades durante el auge del neoliberalismo.

En primer lugar el G20 no es un espacio democrático ni legitimo para debatir políticas agrarias globales, están allí ausentes casi todos los países y principalmente aquellos que han sufrido la perdida de soberanía alimentaria debido a la revolución verde y la invasión de las transnacionales, muchas veces precedidas por tropas militares de la OTAN.

Los Gobiernos de Argentina y Brasil impulsaron que el Consejo de Seguridad Alimentaria en la FAO, sea el espacio de gobernanza mundial agrícola.

Y ahora, por lo que se leen en los medios de comunicación, ¿Claudicaron en sus convicciones? ¿Mintieron a la sociedad civil y a 193 gobiernos que aprobaron la reforma del CFS/FAO?

La FAO tiene muchísima información para demostrar que el problema del hambre no es un problema de productividad de alimentos si no de como se produce, quienes producen y como se distribuyen los mismos, un reciente documento de FAO describe que en la cadena agroindustrial global se pierde el 40% de los alimentos producidos por descomposición y desechos. 

El informe IAASTAD del cual FAO es parte, demuestra que a medida que se desarrolla la agricultura industrial y se fortalece el poder de las transnacionales el hambre crece en el mundo. El mismo informe recomienda retomar la vía de la producción campesina familiar y agroecológica como forma de luchar contra el hambre.

¿Es por estas contundentes pruebas que la discusión de la política agraria global se sale de la ONU y de FAO y se lleva a la OMC y a al G20 donde los países poderosos y las transnacionales tienen mucho más poder?

Pero ¿y la posición argentina?

La posición que llevó el gobierno argentino a la reunión del G20 es producto de la presión y el lobby de la mesa de enlace y las corporaciones transnacionales. El actual modelo agropecuario no es sustentable, el mercado interno esta apenas sostenido por enormes masas de subsidios que el estado nacional debe aportar a los sectores concentrados del las carnes, lácteos y granos para que los precios mínimos de los alimentos básicos no se disparen. La cadena agroalimentaria esta cada vez mas monopolizada, producto del acaparamiento de tierras y de la concentración industrial, así como de la burbuja financiera que rodea al mercado global de los alimentos.

Las cosechas record de millones de toneladas de granos son incapaces de saciar el hambre a los argentinos y que en pleno 2011 todavía tengamos que soportar índices que dan cuenta de esta realidad, y aunque el hambre se publica en menos de 5 %, la pobreza sigue en dos dígitos 13,9 % 

Los agro combustibles (mal llamados biocombustibles) generan también enormes presiones para que los alimentos aumenten

Plantear que debemos redoblar las exportaciones de alimentos en el marco del modelo actual genera claras contradicciones con las aspiraciones de un desarrollo industrial armónico con justicia social y con las políticas de derechos humanos .Además esto va en dirección a consolidarnos como productores de materias primas en el marco de un saqueo transnacional que nada tiene que envidiarle a antiguos esquemas coloniales. Aumentar a 160 millones de toneladas de granos (forrajeros y no alimentarios) la producción anual (tal como anunció el ministro) es sumar otras 10 millones de hectáreas a las 20 millones que se cultivan de soja transgénica, además de los otros cultivos. Y no tiene otra forma de hacerse que a partir de los desalojos de las familias campesinas que producen de manera sustentable en el bosque, a partir de eliminar la biodiversidad de ecosistemas frágiles y en franco deterioro como el Parque Chaqueño. Presionando al exodo rural que continuara sobredimencionando las ciudades.
La agricultura argentina (exceptuando la campesina, indígena y familiar) no es nacional, ni responde a intereses nacionales, y por tanto no podemos engañarnos, un modelo basado en retenciones a las exportaciones agrícolas no conduce a ningún desarrollo, mucho menos al buen vivir, o calidad de vida. Las retenciones son una buena medida coyuntural, pero para nada una solucion estructural.

Por eso la Argentina debe rectificar su posición, en primer lugar el debate debe darse en el ámbito de la ONU y del CSA en FAO, y en segundo lugar se hace necesario plantear herramientas globales para frenar la escalada de precios de los alimentos así como detener al capital financiero. Sobran ejemplos para ver que todo lo que toca este tipo de inversiones luego cae catastróficamente.

Frente al problema del hambre es urgente generar mecanismos de control sobre las transnacionales y poner firmes límites a los acaparamientos de las cadenas agroalimentarias por parte de las mismas.
Además la única salida a la crisis alimentaria y a la crisis climática es fortaleciendo la agricultura campesina y familiar, única garantía de producción de alimentos sanos y suficientes en el marco de sistemas de mercados locales dinámicos y justos, claro eso se logra con intervención estatal. El Brasil ha sido un claro ejemplo con su programa Hambre Cero, realizado entre gobierno, movimientos de agricultores familiares campesinos y consumidores urbanos como sujetos activos.

Además las exportaciones de alimentos deben estar centralizadas y fiscalizadas por el estados, los ingresos económicos ser insumos para políticas públicas y el desarrollo.

El rol de las organizaciones campesinas indígenas y de la agricultura familiar es de carácter estratégico, la mayoría de las estructuras del estado fueron configuradas al servicio del agronegocio, por lo tanto para desarrollar políticas públicas transparentes y democratizadora, las mismas deben contar con la activa participación de las organizaciones.

La cuestión de la tecnología y la ciencia esta hoy al servicio del capital y de las corporaciones, es necesario socializar y generar conocimiento científico capaz de articular con el conocimiento ancestral acumulado en las comunidades campesinas y desarrollar nuevos modelos de producción agroecológica.

No nos engañemos mas, que la idea de maximizar a toda costa la exportación de comodities históricamente benefició y fortaleció a la oligarquía rural y sus aliados las transnacionales. No hay posibilidad de construir en modelo sustentable y justo en ese esquema, porque el poder de la producción de alimentos no es algo a subestimar.

Finalmente plantear que el planeta tierra y todas sus fuentes naturales y energéticas son fuente ilimitada de energía y mercancías es algo irracional y para nada científico. Y este modelo de producción y consumo industrial intenta obviar esa evidencia. Eso puede llevarnos a toda la humanidad a un final catastrófico. El cambio climático y el hambre. La Revolución Verde no solucionó el hambre sino que la acrecentò;  la revolución transgénica ha provocado violencia contra los productores genuinos de alimentos y más hambrientos. No son los científicos los quegarantizarán los alimentos, sino los agricultores campesinos, pescadores artesanales, pastores y pueblos indígenas.

Sin explayarnos lo suficiente diremos además que este modelo nos expone directamente a millones de litros de agro tóxicos que son esparcidos sobre nuestro territorio y que esta presente en la mayoría de los alimentos que ofrece la gran industria, sumándole los componentes transgénicos, de los cuales todos los consumidores somos ratas de laboratorio para conocer que efectos provocaran en la humanidad y en el planeta.

No habrá manera de establecer la justicia social sin soberanía alimentaria, y no es posible la soberanía alimentaria en el marco de una agricultura industrial controlada por una las corporaciones transnacionales y la mesa de enlace.

Este es un debate urgente y todos aquellos sectores que nos consideramos como progresistas, de izquierda o nacional y popular estamos obligados a darlo profundamente sin especulaciones políticas ni electorales. No escamoteemos la realidad con el credo del progreso moderno, que tantas consecuencias nefastas esta trayendo a la humanidad y a la vida en la madre tierra.