lunes, 20 de junio de 2011

Soy mi obra

1 – artista Miceli
Entiendo el arte como una manera de mirar/ver y fundamentalmente como una práctica. En los días en que mi postura es más radical (que es el 90%), lo concibo directamente como una forma de vida. Podría decir que “me interesa –a través de mi producción artística- cuestionar el mundo que me rodea y la cultura”, pero la realidad es que no puedo evitar hacerlo. A medida que pasa el tiempo estoy cada vez más convencido de que la práctica artística es algo que me posee, una fuerza raptor que me toma como instrumento (y médium). Y esto no tiene nada que ver con eventos paranormales ni con pensamientos al estilo nueva-era. Es solamente la forma en que creo que el asunto funciona y he encontrado a través del arte mi propia manera de pelear, mi estrategia y mi salvoconducto. Y cuando digo pelear me refiero de desclasificar (y por ende, cuestionar) los datos absorbidos y/o implantados a través de la educación y la cultura. Y creo fervientemente que la mayor herramienta de desclasificación es la imaginación, combustible indiscutido de mi producción artística.

2 - Escultura e instalación: Soy Mi Obra
nuevo miceli system NUEVO
No concibo mi obra como algo separado de mí, ni trabajo de una manera proyectual. No hay boceto ni conceptualizaciones previas, sólo mis materiales (y yo): plásticos, huesos y fuego. Trabajo de una manera sumamente intuitiva. Mi trabajo no trata de imaginar seres aberrantes (en tanto a mezcla de mundos en su esencia) y realizarlos, sino de abrirles la puerta a esos seres que me habitan, que son yo. Si me interesa reflexionar acerca de mi obra, buscar un recorrido, preguntarme cuáles son mis obsesiones e intrigas filosóficas, eso es algo que ocurre a posteriori. Sigo mi pulsión artística y trato de no contaminar mi producción con expectativas, deseos o prefiguraciones propias o ajenas. Sé que el trabajo en el taller es una suerte de performance genuina que rebalsa su fuente y se transforma naturalmente en actuación en mis openings, en intervenciones urbanas, en foto-registro de mis visitas al dentista. Estoy convencido de que la práctica del arte es una herramienta de transformación del contexto, algunas veces a escala micro, otras con un alcance mayor.
Me interesa cuestionar este exótico ser que somos. ¿Cómo “hablar de nosotros a través de la obra” sin hacer referencia al animal que fuimos (y aun somos), sin aludir a lo mecánico y tecnológico como algo que está insertado (léase injertado) en nuestros cuerpos? Y con respecto a esta última pregunta creo que cuando hablo del arte como lucha, me refiero justamente a eso, a pelear contra la robotización propia (y ajena).
Una de mis principales fuentes de inspiración (y aliado) es el océano. Desde los cuatro años practico natación (mi primera performance y no solamente en sentido deportivo) y esa disciplina me hizo sentir desde siempre que había otros mundos: per visibilia ad invisibilia. En los mares no demasiado claros de Argentina, submarinamente muy poco se podía ver, había que imaginar. Yo sentí siempre como un mundo anterior, no en tanto ligado al agua de amnios maternal sino a lo primitivo, a lo abismal de nuestra pre-historia evolutiva, a las divinidades primordiales que nunca existieron (pero que existen siempre), a lo que dejamos irrecuperablemente atrás. A veces llamo a ese mundo “mi océano mental”, pero sé que excede mi propiedad, que la supera e incluye.
Tal vez por eso mis esculturas recuerdan a monstruos (o los invocan / liberan) y mis instalaciones plantean muchas veces mundos que pueden ser vistos como alternativos. Me atrae sobremanera la pulsión de invertir el orden: hacer que mis esculturas colgantes floten, torcer el destino de aquellas cosas que debían descartarse, rescatar el resto (huesos, dientes, plásticos) y apoderarme de él para re-significarlo como nuevo.

3 – Soy mi obra 1: Transportes Automotores Piranha

piranha
Transportes Automotores Piranha surge del encuentro y apropiación de objetos y materiales de descarte y del cuestionamiento que me interesa hacer -a través de la producción de obra más que desde lo teórico- tanto de las funciones perdidas de dichos objetos como del hecho de que hayan sido descartados. Llegó a mí una cabeza disecada de piraña y durante días me cuestioné la obsesión por conservar lo inconservable. Luego del proceso de disecado, la piraña -que ya no era tal en rigor a la verdad- quedaría cristalizada en el acto de morir. Paradójicamente, luego fue separada de su cuerpo y descartada. Creí que merecía un homenaje, una unción en plástico incandescente y fuego. Decidí que necesitaba un conductor y de esa forma supe que nuestra absurda obsesión por conservar vivo lo muerto se transformaría en nuestro transporte viviente: para siempre llevándonos y siempre a punto de devorarnos.

3 – Soy mi obra 2: MiceliRáptor Bitácora
Comienzo a trabajar con el cráneo felino fundiéndole plástico y cables y de tanto mirarlo, me veo reflejado en él como en un lago helado. Debo admitir que no puedo dejar de sentir la muerte mientras trabajo en él. Sus no ojos me devuelven la mirada y pienso: 
- Algún día voy a ser como él.
Tal vez ese pensamiento es la chispa que me lleva a arrancarlo de su destino de resto y a transformarlo en algo diferente, en un ser que fusiona la ferocidad animal con la potencia performática (habrá gente mirándome mientras lo perpetre) y la eternidad plástica y tecnológica.
Libero un híbrido raptor que me habita, que ruge sin audio y que se cristaliza en la acción de perpetuarse.

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